1 de mayo de 2014

Hay una sola Justicia....



(Argentina) - Días atrás, el 24 de abril, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Dr. Ricardo Luís Lorenzetti, presidió el acto de presentación de la Oficina de Justicia Ambiental que creó ese Máximo Tribunal.

A pesar de la escasa repercusión masiva que tuvo el evento, hubo algunas organizaciones ambientales y personas que saludaron la creación de la Corte apoyados en la idea de que ahora contarán con un elemento a su favor en la lucha –desigual por cierto- que se libra contra los responsables de la degradación ambiental.

Nosotros tenemos otra mirada. Es que otro poder del Estado, y desde una posición que linealmente podría llamarse correcta, establece un mojón más en el reacomodamiento del sistema socio-político imperante respecto a uno de los problemas hoy centrales de la humanidad. Es que tanto el contenido del discurso de presentación como el documento “Declaración por un Ambiente Sustentable”, establecen políticas de clase en el tema ambiental, al no señalar a los responsables del ecosidio que presenciamos. 

Para introducirnos en cualquier análisis, necesariamente debemos decir que rescatamos la creación de esta Oficina Ambiental, que el magistrado presentó junto a sus colegas Elena Highton de Nolasco y Juan Carlos Maqueda,  que se suman a las ya existentes –las de cuestiones de género o de violencia domestica-. La rescatamos en tanto puede ser un paso más para sacar de la invisibilidad, que los gobiernos someten, a los temas ambientales.

No se puede dejar de coincidir, por sabidas, con algunas de las afirmaciones del documento allí firmado, como que “la temperatura del planeta está en aumento, los glaciares se van derritiendo, hay muchas especies en extinción, los ríos y mares están contaminados y gradual, pero irremediablemente, la vida en el planeta se hace más difícil”, como se puede leer en el primer párrafo del documento aludido.

Obviamente, también pensamos, igual que el Dr. Lorenzetti, que la contaminación ambiental afecta a la salud humana y que a pesar de los avances científicos aparecen nuevas enfermedades. Pero no podemos olvidar que a pesar de esos avances perduran viejas enfermedades que contraen quienes están obligados a tomar agua contaminada; o por quienes están sometidos contra su voluntad a la contaminación electromagnética; o por quienes viven obligadamente a orillas de ríos y arroyos contaminadas por miles de industrias que los gobiernos no controlan o lo que es peor, protegen.

También coincidimos en que no se pueden contraponer los conceptos de desarrollo y generación de empleo con la cuestión ambiental. Lo que no está claro es que concebimos por desarrollo y que hacemos en consecuencia. Si no lo explicamos queda como un deseo de buena voluntad, porque de lo que se trata es de alcanzar el buen vivir, tal cual se lo pensó en la reunión de Cochabamba.

Claro que al final de esta y otras tantas ecuaciones los perjudicados siempre son los más los pobres, los desprotegidos de un sistema que no repara en victimas para acrecentar sus ingresos.

Y obviamente, nosotros también afirmamos que los gobiernos solo piensan en ganar elecciones y no en el bienestar de la gente. Pero agreguemos que estamos hablando de gobiernos burgueses. De esos gobiernos que son parte de un sistema político de dominación, que en mayor o menor medida dependen de los intereses del poder imperialista, del poder de las grandes corporaciones.

Y esto es de lo que no habló el Dr. Lorenzetti. Quiénes son los responsables de esta difícil realidad a la que hacen mención en la “Declaración por un ambiente Sustentable”.

Desde nuestra humilde opinión, no se trata sólo de un cambio del modo de mirar. Es verdad que se trata de un cambio de paradigma, pero el paradigma que hay que cambiar es el paradigma del modelo de producción, apropiación y distribución de la riqueza, sino es un llamado a generar hombres buenos, en una sociedad que está manejada con conceptos de acumulación capitalista, donde siempre son los dueños de la riqueza los que toman las decisiones finales. Decisiones que hoy llevan a los habitantes del planeta por un camino de extinción.

Hasta parece paradójico que se hable del respeto que los pueblos indígenas sentían, y sienten, por la Madre Tierra, pues eran pueblos libres, pueblos inteligentes que sabían que en ello les iba la vida, como nos va ahora.

La Oficina, dijo el Dr. Lorenzetti, va a promover la investigación, el desarrollo y que aplicará criterios ambientales en los Tribunales, impulsando un cambio en “la forma de mirar”. En hora buena que así sea. Hoy son minoritarios los jueces que miran de acuerdo a los conceptos a los que hace referencia la Corte Suprema, sino no existiría la minería a cielo abierto, las muertes por lo efectos de los plaguicidas, ni el fracking como sistema de extracción de una parte de nuestros recursos petrolíferos, ni se hubieran perdido más del 70% de nuestros bosques nativos, permitiendo que avance la frontera agropecuaria y crezca la renta sojera.

Estaremos esperanzados de que se impulse ese nuevo paradigma, que detenga la deforestación en el norte del país, pero también en la costa del Río de la Plata. Que obligue al Gobierno de la provincia de Buenos Aires a dictar una ley justa de Defensa de los Bosques Nativos Bonaerenses, por ejemplo.

No acordamos con el criterio, que en estos días es central, saber como actuar ante los fenómenos extremos que produce la naturaleza, aunque sea importante. Lo central, es evitar que las inundaciones se sigan produciendo por el apetito insaciable de quienes solo buscan atesorar más y más riqueza. Se trata de impedir que estos lleguen a cualquier extremo para lograrlo. Hay que detenerlos antes. La Justicia, si los gobiernos no lo hacen, debe escuchar la voz del pueblo.

Por ello, quizás los jueces deben encontrar la forma de cuidar los espacios verdes en las ciudades, junto con la sociedad civil, a la que nunca nadie convoca ni tiene en cuenta. Deben acompañarnos para evitar que se atropelle a la naturaleza. La Justicia debe evitar autopistas inservibles o barrios privados que ahogan a los pobladores de los alrededores.

Claro que esperamos que la Oficina de Justicia Ambiental esté de nuestro lado, del lado de los trabajadores, de los que menos tienen, de los pobres y desprotegidos. Claro que esperamos que ayuden a terminar con la chicana jurídica con la que siempre salen ganando las empresas contaminantes. No esperamos que sea de la noche para la mañana, solo esperamos que sea “más temprano que tarde” como nos enseñó Salvador Allende.

Sino no podremos volver a pensar la economía, como la Corte sostiene. Porque para cambiar la economía debemos cambiar de mano la propiedad de los medios de producción. Sino, la reflexión de que “la gobernabilidad actual está en manos de dirigentes que son casi primitivos” cae en saco roto porque depositan toda la responsabilidad en políticos que se han convertido en una clase para si. Sino es así, la medida tomada por la Corte Suprema de Justicia se convertirá en otro sustento político del mismo sistema económico y político injusto que domina el mundo, también nuestro país.


Quizás estas reflexiones sean una utopía. Pero son utopías como las pensó Eduardo Galeano cuando dijo: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”. 

Colectivo de Somos los que Estamos

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