30 de abril de 2014

DÍA DE LOS TRABAJADORES LUCHADORES DEL MUNDO


El Día Internacional de los Trabajadores fue establecido por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París 1889. Es una jornada de lucha reivindicativa del movimiento obrero mundial y de homenaje a los Mártires de Chicago, aquellos sindicalistas anarquistas, que fueron condenados a muerte y ejecutados en Estados Unidos por su participación en las jornadas de lucha por el reclamo de la jornada laboral de ocho horas.

A fines del siglo XIX Chicago era la segunda ciudad en número de habitantes de Estados Unidos. Del oeste y del sudeste llegaban cada año por ferrocarril miles de ganaderos desocupados, creando las primeras villas humildes que albergarían a cientos de miles de trabajadores. 
Una de las reivindicaciones básicas de los trabajadores era la jornada de ocho horas, la consigna era: “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”

La prensa del momento calificaba el movimiento como “indignante e irrespetuoso”, “delirio de lunáticos poco patriotas”, y aseguraban que era “lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”.


En la prensa del día anterior a la huelga, el 29 de abril de 1886, comenzó una campaña de desprestigio sobre los reclamos de los trabajadores, se podía leer lo siguiente: 

“Además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarco-socialistas”. 

El New York Times decía: “Las huelgas para obligar al cumplimiento de las ocho horas pueden hacer mucho para paralizar nuestra industria, disminuir el comercio y frenar la renaciente prosperidad de nuestra nación, pero no lograrán su objetivo”. 

El Filadelfia Telegram decía: “El elemento laboral ha sido picado por una especie de tarántula universal y se ha vuelto loco de remate: piensa precisamente en estos momentos en iniciar una huelga por el logro del sistema de ocho horas”. 

El Indianápolis Journal decía: “Los desfiles callejeros, las banderas rojas, las fogosas arengas de truhanes y demagogos que viven de los impuestos de hombres honestos pero engañados, las huelgas y amenazas de violencia, señalan la iniciación del movimiento”.

El 1 de mayo de 1886, doscientos mil trabajadores iniciaron la huelga.

El gobierno declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, y acusados del asesinato de un policía.

Estos hechos represivos fueron apoyados por una intensa campaña de prensa, se leía en los medios de comunicación cosas como:

“Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas. ¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!”

El Poder reclamaba un juicio sumario por parte de la Corte Suprema, así el 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 luchadores.
Las irregularidades en juicio fueron más que numerosas, violándose todas las normas procesales, tanto que ha llegado a ser calificado de juicio farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco a la horca.

El 11 de noviembre de 1887 se consumó la ejecución de los condenados a la horca:
- Georg Enguel, alemán, 50 años, tipógrafo.
- Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista.
- Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista, esposo de la mexicana Lucy González Parsons aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente.
- August Vincent Theodor Spies, alemán, 31 años, periodista.
- Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.

Eduardo Galeano en  MEMORIAS DEL FUEGO dice:
Año 1887 Chicago
“les espera la horca. Eran cinco, pero Lingg madrugó a la muerte haciendo estallar entre sus dientes una cápsula de dinamita. Fischer se viste sin prisa, tarareando la marsellesa. Parsons, el agitador que empleaba la palabra como látigo o cuchillo, aprieta las manos de sus compañeros antes que los guardias se las aten a la espalda. Enguel, famoso por la puntería, pide vino de oporto y hace reír a todos con un chiste. Spies, que tanto ha escrito pintando a la anarquía como la entrada en la vida, se prepara, en silencio para entrar en la muerte.
Los espectadores, en platea de teatro, clavan la vista en el cadalso. Una seña, un ruido, la trampa cede… Ya, en danza horrible, murieron dando vueltas en el aire.
José Martí  escribe la crónica de la ejecución de los anarquistas en Chicago. La clase obrera del mundo los resucitará todos los primeros de mayo. Eso todavía no se sabe, pero Martí siempre escribe como escuchando, donde menos se espera, el llanto de un recién nacido”.

El Crimen de Chicago costó la vida de centenares trabajadores y dirigentes sindicales. Fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados. 

Como resultado de la gran lucha llevada adelante por los trabajadores, para finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros. 

El logro de la jornada de 8 horas marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial. Federico Engels en el prefacio de la edición alemana de 1990 de El manifiesto comunista dice:
“Pues hoy en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso obrero de París. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!”

En Estados Unidos no se celebra el Día del Trabajador, en su lugar se celebra, el Labor Day (Día del Trabajo) el primer lunes de septiembre, promovida por la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo. El presidente Grover Cleveland, auspició la celebración en septiembre por temor a que la fecha de mayo reforzase el movimiento socialista en los Estados Unidos. En las escuelas de Chicago no se enseña sobre estos hechos y los estudiantes universitarios de Chicago desconocen que los mártires son vecinos suyos.

Hoy los trabajadores del mundo homenajeamos a los Mártires de Chicago. Pero el 1 de mayo continúa siendo un día de lucha, en tanto las reivindicaciones de aquellos años siguen vigentes, la libertad sigue  siendo la búsqueda, los derechos de los trabajadores logrados con lucha y sangre siguen siendo pisoteados, todavía queda mucho recorrido  y en eso estamos…

La clase trabajadora del mundo saluda a los Mártires de Chicago y renueva el compromiso de seguir su lucha, para que llegue por fin el día donde se inviertan los papeles y los proletarios dejen de ser de una vez y para siempre la clase dominada y explotada.


Somos los que Estamos
Ideología, política y opinión

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