A veces las reflexiones de los que opinan de
política, sin segundas intenciones, logran confundirme. Me refiero al segmento –cada
vez más chico- de la sociedad argentina que
entran dentro de la falsa categoría de “progresistas”.
En estos días Venezuela atraviesa momentos muy
aciagos para su pueblo, donde en las próximas horas pueden definirse hacia
cualquier lugar, pues nadie puede decir a ciencia cierta cuanto podrán avanzar
los yanquis en esta coyuntura.
Está claro que Nicolás Maduro no pudo, no supo o no
quiso continuar el camino de Hugo Chávez quien desde que ganó las elecciones en
1998 le imprimió un rumbo latinoamericanista, popular y antimperialista a su
gobierno y convirtió a Venezuela en el segundo punto de referencia del continente después de Cuba.
El chavismo impulsó formas de unidad continental, y
hacia el interior de su país impuso logros que beneficiaron a su pueblo notablemente.
Quien intente desconocer esa realidad entiende muy poco de la realidad
continental y mundial o está en el campo del enemigo.