(Argentina) - A partir de la muerte del Fiscal
Nisman, en los últimos diez días hemos asistido a un verdadero festival de
desinformación, especulaciones, mentiras, intentos simultáneos de aprovechamiento
político, marchas sin sentido práctico etc. Pero por sobre toda muy poco
información responsable y análisis serio.
Los alineamientos (en dos)
aparecieron rápidamente, impulsados por las mil y una noches de las
especulaciones. Los que están con el Gobierno salieron a defenderlo de
cualquier manera pasando desde el suicidio al asesinato, o los opuestos
-viceralmente en contra del gobierno (no es justo hablar de oposición)- que
salieron a culparlo con cualquier argumento.
Desde entonces se especuló con todo,
hasta un cerrajero se convirtió en estrella. La prensa, los periodistas
estrellas y las plumas más “celebres” volvieron a demostrar que son de cuarta y
mostraron para quienes trabajan.
Mientras tanto el Gobierno se
mantiene firme en su estrategia de no hablar de los intereses de los países
centrales y sigue insistiendo en que la cabeza de toda la conspiración es
Clarín. Es más fácil que tener que hablar de quienes manejan los hilos, porque
en definitiva Clarín (vocero de la reacción nacional y mundial) no es más que
un operador de las resoluciones que se toman en otro lado.
En esta movida, como en tantas
otras, los grandes ausentes en las noticias y los análisis son los intereses del capitalismo y la utilización de
su impresionante maquinaria.
Mientras tanto, sería bueno -por
ejemplo- pegarle una mirada a quien era Nisman. Este Fiscal Federal fue puesto
al frente de una fiscalía especial para seguir el caso AMIA con el
consentimiento del presidente Néstor Kirchner, que lo vinculó con el espía
Antonio Stiusso, que estaba en la
SIDE desde la época de los milicos. El objetivo era abrir la
pista iraní.