A veces las reflexiones de los que opinan de
política, sin segundas intenciones, logran confundirme. Me refiero al segmento –cada
vez más chico- de la sociedad argentina que
entran dentro de la falsa categoría de “progresistas”.
En estos días Venezuela atraviesa momentos muy
aciagos para su pueblo, donde en las próximas horas pueden definirse hacia
cualquier lugar, pues nadie puede decir a ciencia cierta cuanto podrán avanzar
los yanquis en esta coyuntura.
Está claro que Nicolás Maduro no pudo, no supo o no
quiso continuar el camino de Hugo Chávez quien desde que ganó las elecciones en
1998 le imprimió un rumbo latinoamericanista, popular y antimperialista a su
gobierno y convirtió a Venezuela en el segundo punto de referencia del continente después de Cuba.
El chavismo impulsó formas de unidad continental, y
hacia el interior de su país impuso logros que beneficiaron a su pueblo notablemente.
Quien intente desconocer esa realidad entiende muy poco de la realidad
continental y mundial o está en el campo del enemigo.
Chávez buscó el camino venezolano de liberación, y
aunque muchos salieron a copiar sus frases y acciones, sus movimientos políticos
siempre estuvieron orientadas a resolver los problemas de su pueblo y encontrar
caminos de unión continental, (ALBA. UNASUR, CELAC).
Desde que asumió Chávez los yanquis empezaron a
conspirar, el primer intento de golpe de estado fue en 2002 y desde allí hasta
ahora no han parado para destruir el ejemplo de la Venezuela Bolivariana.
Porque de eso se trata: de terminar con el ejemplo de los cambios
populares que se produjeron en la patria de Bolívar y que estaban marcando un
rumbo.
De ninguna manera se puede hablar de que Maduro
llegó a su reelección cargado de ilegitimidad institucional y mucho menos
nombrarlo como “dictador” o “usurpador”,
pues hubo elecciones como marca la Constitución, acordadas con la
oposición (incluso adelantadas a pedidos de ellos), parte de la oposición participó
en las mismas. No se puede hablar de sistema electoral fraudulento porque con
ese sistema la oposición ganó las elecciones parlamentarias un año antes.
Que le pasa a estos falsos demócratas que se guían
con lo que pública Clarín, la Nación y CNN, ¿no se trata de resguardar las
instituciones?. Cuando en nuestro país algunos hablamos de que Macri se tiene
que ir nos acusan de golpistas. ¿Y el desastre al que está arrastrando a la
Argentina no es peor que el de Venezuela? Y eso que Argentina no está bloqueada
por el imperio y no está boicoteada por la burguesía.
No hemos escuchado que se hayan levantado contra las
maniobras imperiales en Brasil que llevaron a Jair Bolsonaro al gobierno.
Muchos menos con el golpe parlamentario en Paraguay o los intentos contra
Rafael Correa en Ecuador.
En Venezuela hay un ciudadano que se proclamó
presidente de la nación, sin que lo vote nadie, y llamó al pueblo y las fuerzas
armadas a derrocar a un gobierno legítimo. Un golpe de Estado liso y llano.
Una parte de esa gente convencida de que hay que
terminar con Maduro sale a la calle con una virulencia muy poca veces vista en
las movilizaciones callejeras, obviamente preparada con elementos que no son
los que comúnmente se tienen en una casa de familia. Es decir están provisto
para la acción violenta.
Cuando la derecha gobernó Venezuela el pueblo estaba
entre los más pobres del continente a pesar de las riquezas naturales que
poseen.
Los yanquis quieren apoderarse de Venezuela por dos
cuestiones centrales:
1) terminar con la experiencia del Chavismos y
mostrarle a los pueblos del continente que no se puede. Que si lo intentan ya
saben lo que les espera.
2) recuperar el control del petróleo, ese petróleo
que lo tienen a 4 o 5 días de distancia y no 40
o 45 días como el que viene de medio oriente. Obviamente tampoco le es ajeno
el resto de las riquezas naturales de ese país.
Las instituciones venezolanas y el pueblo, sin
injerencias extranjeras, deben encontrar la forma de resolver el gran problema
económico en el que se encuentra, pero quienes son los que le van a dar
consejos: Trump, Bolsonaro, Macri, Duque, Lenin Moreno, Piñera, Vizcarra, Mario
Benítez, Almagro. Que catadura moral tienen estos tipos que son esbirros de los
yanquis, represores de sus pueblos y hambreadores seriales.
No creo en el dialogo entre la derecha fascista y el
gobierno en Venezuela. Creo en una solución popular que solo sale desde adentro
del propio chavismo que tendría que ponerse los pantalones largos y cortar por
donde sea necesario para abortar este golpe yanqui que pretende instalar la
rosca petrolera nuevamente, hambrear al pueblo y nos pone en peores condiciones
a todos los pueblos del continente.
Me irrita, preocupa y ocupa que se aliente un golpe del imperialismo que
dejará –entre tantas cosas- serios precedentes en el continente y al pueblo venezolano a merced de
una burguesía sedienta de venganza porque nunca acepto los avances del
chavismo.
Ernesto Salgado
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