(Venezuela) - El asesinato de un dirigente opositor, que no estaría vinculado a lo político, marca el tramo final de una campaña en la que la oposición se mantuvo callada y el oficialismo pidió no poner en riesgo lo logrado.
El asesinato del miércoles de Luis Manuel Díaz en Altagracia de Orituco, en el estado Guárico (centro del país) partió en dos la campaña electoral en Venezuela. El hombre estaba en un acto de oposición que ya había terminado cuando le dispararon varias veces. Resultó muerto, pero el escándalo acaba de nacer.
Aunque las primeras crónicas aseguraban que el hombre cayó a 20 metros del escenario del acto, la esposa del opositor preso Leopoldo López habló en la mañana del jueves y contó otra historia. Dio a entender que el hombre, al que calificó de “hermano de Acción Democrática” (uno de los históricos partidos del bipartidismo en Venezuela, que subsiste hoy en una versión más que disminuida) murió a su lado: “Me manché con su sangre”, dijo en una pequeña sala de un hotel de Caracas, atiborrada de periodistas. Y aseguró que los sicarios de Díaz buscaban matarla a ella.