El fiscal a cargo por diez años de la causa más compleja de la historia
judicial argentina aparece muerto en su domicilio, tras haber denunciado a la
presidenta de la Nación
por encubrir a los supuestos autores materiales del atentado que en 1994 mató a
85 personas.
(Argentina) - La noticia es
escalofriante. Lacera el ánimo de los argentinos. Azuza a la prensa enemiga
acérrima de la presidenta. Pone en guardia a un kirchnerismo vapuleado por la
noticia. Es necesario ordenar las ideas, comenzando por saber quién es quién en
la causa AMIA y quién era, en ese marco, el fiscal Nisman.
Como lo detallamos en nuestro
artículo anterior, Natalio Alberto Nisman, fiscal a cargo por una década de la Unidad Especial de
Investigación del caso AMIA, tenía línea directa con la embajada de los Estados
Unidos en Buenos Aires, donde reportaba las novedades de su trabajo en una
causa que adquirió interés para Washington tras los atentados del 11S.
Desde Washington le pedían al fiscal
-revelado esto por las filtraciones de Wikileaks- que se concentrara en los
supuestos responsables intelectuales del atentado. A poco de hacerse cargo de
la causa Nisman había imputado a cinco ex integrantes del gobierno de la República Islámica
de Irán (incluido un ex presidente) acusándolos de haber ordenado el bombazo.
La rimbombante acusación – con
profusa y esperada acogida en medios hegemónicos occidentales- estaba basada en
informes de inteligencia de países más que interesados en instalar a Irán como
un promotor del terrorismo internacional: el Mossad israelí y la CIA de los Estados Unidos,
nación en cuya embajada en Argentina abrevaba Nisman.
El juez del expediente AMIA,
Rodolfo Canicoba Corral, quien supervisaba y a la larga tomaba las decisiones
judiciales centrales en la investigación de Nisman, le había advertido varias
veces al fiscal sobre el escaso valor de sus hipótesis contra los ex
funcionarios iraníes, si estas se basaban en inasibles informes de
inteligencia.
Ya en 2015, sin apartarse ni un
ápice de esta lógica de judicializar a través de los medios los intereses
políticos de centros de poder foráneos, el fiscal Nisman interrumpe sus
vacaciones y regresa intempestivamente a la Argentina para presentar
la denuncia contra la presidenta Cristina Fernández, el canciller Héctor
Timerman, el diputado kirchnerista Andrés Larroque, dos dirigentes políticos
cercanos a Irán (Luis D´ Elia y Fernando Esteche), un miembro de la comunidad
musulmana en Buenos Aires, Alejandro Khalil, y un supuesto espía, Ramón Allan
Bogado, acusándolos de pergeñar un plan para desligar a Irán del atentado. O lo
que es lo mismo, acabar con su denuncia.
Por estas horas, Argentina debate
una guerra de versiones sobre la muerte del fiscal, donde una sola cosa está clara:
nadie duda que Nisman murió por el caso AMIA. Adicionalmente, de un lado y del
otro (los que acusan al gobierno y los que lo exculpan y apuntan a otros
factores) dicen que bien se pudo tratar de un suicidio inducido. La fiscal que
lleva adelante la investigación la caratula como “muerte dudosa”.
Para despojarnos de la cáscara
antojadiza e interesada que los medios de comunicación hegemónicos impusieron
sobre el caso AMIA y su última muerte asociada hay que separar la paja del
trigo, separar los hechos de las especulaciones.
Los hechos
Vacaciones interrumpidas. El
fiscal Alberto Nisman estaba de licencia, aprovechando la feria judicial de
enero, cuando el Poder Judicial de Argentina reduce al mínimo su actividad.
Había viajado a Europa el primero de enero con una de sus hijas y tenía boleto
de regreso para el 23 del mismo mes. Sin embargo, el fiscal regresa a Buenos
Aires el 12 de enero, de forma tan apresurada que deja a su hija de 14 años por
algunas horas sola en el Aeropuerto de Barajas.
Presentación subrepticia. Al día
siguiente de su arribo, el fiscal presenta la denuncia contra la presidenta, su
canciller y los otros cuatro ciudadanos, a quienes acusa de encubrir a los
supuestos autores intelectuales del atentado de la AMIA. No se hace esperar el
revuelo en la prensa anti-K, que azuza a conciencia su litigio ya añoso con la Presidenta. El
impacto mediático es alimentado por el fiscal, que tras realizar su
presentación comparece en el canal Todo Noticias, emblema del Grupo Clarín.
Sin pruebas. En un tour
mediático, Nisman insiste con la gravedad de su denuncia, y la funda en
supuestas pruebas contundentes, especialmente en interceptaciones telefónicas
entre Khalil, el “espía” Allan, D’Elia y Esteche. Sin embargo, la juez federal
que recibe la denuncia advierte que la misma no contiene la prueba ofrecida por
el fiscal, y decide no abrir la feria judicial para atenderla. Es decir, había
que esperar a febrero. Nisman no encuentra en esto un obstáculo, por el
contrario, dice a los medios que anexará la prueba muy pronto, y que aún no la
tenía lista. Además, asegura que lleva “cuatro años” preparando la denuncia
contra la presidenta.
¿Qué motivó al fiscal a presentar
apresuradamente una denuncia que -según aseguraba- era contundente y el fruto
de un largo trabajo? ¿Por qué no podía culminar el viaje con su hija (un
irrepetible viaje de regalo de 15 años) y presentar la denuncia tras la feria
judicial, con los elementos de prueba correspondientes?
El apuro. Nisman estaba urgido.
Así avisó su regreso intempestivo a un grupo reducido de allegados en la red
WhatsApp:
“Este es un mensaje de difusión
masiva para un grupo pequeño y querido de amigos y allegados que no siguen día
a día mi actividad. Es simplemente informativo, por favor no responderlo. Debi
suspender intempestivamente mi viaje de 15 años a Europa y volverme. Imaginarán
lo que significa.
Pero a veces en la vida los
momentos no se eligen simplemente, las cosas suceden y eso es por algo. Esto
que voy a hacer ahora igual iba a ocurrir. Ya estaba decidido. Hace tiempo que
me vengo preparando para esto, pero no lo imaginaba tan pronto. Sería largo de
explicar ahora, como ustedes ya saben, las cosas sucede y punto. Así es la
vida.
Lo demás es alegórico. Algunos
sabrán ya de que estoy hablando, algunos imaginarán y otros no tendrán ni idea.
Hasta dentro de un rato. Me juego mucho en esto.
Todo, diría. Pero siempre tomé
decisiones y hoy no va a ser la excepción. Y lo hago convencido. Se que no va a
ser fácil. Todo lo contrario. Pero más temprano que tarde la verdad triunfa y
me tengo mucha confianza. Haré todo lo que esté mi alcance, y más también, sin
importar a quien tenga enfrente.
Gracias a todos. Será
justicia!!!!!
Ah. Y aclaro por si acaso que no
enloquecí ni nada parecido. Pese a todo, estoy mejor que nunca, jajajajaja”
El fiscal agrega al final de
estos mensajes dos caritas sonrientes y un “meme”, que reza: “Keep calm and justice”,
algo así como “mantener la calma y la justicia”.
“Hace tiempo que me vengo
preparando para esto, pero no lo imaginaba tan pronto”, dice Nisman. Queda
claro que los tiempos de la denuncia contra la Presidenta se
aceleraron. ¿Por qué razón?
Las especulaciones
Re-florecimiento del terrorismo.
Nisman regresa urgido a la
Argentina el 12 de enero. Un día antes, en París, se produce
la masacre en la redacción de Charlie Ebdo. ¿Nisman -o alguien por él- entendió
que era el momento preciso para ligar a la Presidenta argentina
con un supuesto encubrimiento del terrorismo internacional? La primera que se
refiere a esta hipótesis es la mismísima Cristina Fernández. ¿Se trata de una
afirmación temeraria de la mandataria argentina? No podemos afirmarlo aún. Sí sabemos
que el 11-S en Estados Unidos renovó el interés de la CIA y el Mossad por la causa
AMIA y los consabidos y prefijados focos del “terrorismo internacional”.
Ya en las primeras horas tras
Charlie Ebdo había quienes desde la prensa hegemónica occidental decían que
esta irrupción asesina era “el 11-S francés”. ¿Era ésta la oportunidad de oro
para que la denuncia que Nisman venía preparando surtiera un efecto aún mayor?
¿Así lo entendió Nisman? ¿Así lo entendieron por él?
Marta Nercellas, ex abogada de la Delegación de
Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) en el fracasado juicio a la “conexión
local” del atentado (recordemos, terminó con todos los imputados absueltos y el
cliente de Nercellas, Rubén Beraja, procesado por delitos conexos al encubrimiento
de AMIA 1) dijo que Nisman pensaba presentar la denuncia contra Cristina
“después de las elecciones”, es decir, cuando la Presidenta ya no
estuviera en el cargo o estuviera de salida.
Nercellas no sabe por qué Nisman
se apresuró con una presentación que, una semana después de su radicación en un
juzgado federal y en las redacciones del Grupo Clarín, se diluye
irremediablemente.
La épica. “Algunos sabrán ya de
que estoy hablando, algunos imaginarán y otros no tendrán ni idea. Hasta dentro
de un rato. Me juego mucho en esto.” Nisman vuela hacia la capital argentina
inmerso en un halo épico. Va a denunciar a la Presidenta de su país,
a la viuda de quien lo postuló para el cargo que detenta desde hace una década.
La va a acusar de encubrir a sus archienemigos del caso AMIA. La va a acusar
apresuradamente. No estaba en sus planes inmediatos.
Conocí al fiscal Nisman en 2001,
fue una de mis fuentes (y de otros colegas) durante el juicio oral a la llamada
“conexión local” del caso AMIA. Conocimos su vehemencia al sostener sus
argumentos. Vehemencia que me parece intacta ahora, catorce años después, al
declarar en los medios del Grupo Clarín, en su entrevista en “Todo Noticias” la
semana pasada.
Una década larga en la que – los
hechos confirman- recibió constantes informes de la Secretaría de
Inteligencia del Estado (la SIDE )
y de la CIA y el
Mossad. Así el fiscal emitió sus dictámenes más sonados: la imputación a cinco
ex funcionarios iraníes; una suerte de ratificación del supuesto rol de Irán en
operaciones terroristas en América Latina y la urgente imputación de la semana
pasada.
Los contactos. Un auto de alta
gama, un Audi nuevito, quedó estacionado en la planta baja de la torre donde
vivía Nisman. Los canales de televisión de Buenos Aires lo mostraron una y otra
vez, explicaron que era el vehículo que usaba Nisman, pero no ahondaron en
detalles. Los detalles los obtuvo un periodista que lo contó en Twitter, hasta
que su cuenta fue cerrada sin explicaciones.
Antes, el periodista Juan Cruz
Sanz explicó que se trata de un automóvil propiedad “al 100%” de la empresa
Palermopack S.A. propiedad de Fabián Picón quien a su vez tiene otras dos
empresas de nombre parecido, Easypack y Starpack, compartidas con Eugenio Ecke,
alias “Pipo”. Sanz explica que Ecke “es la cara visible en la Argentina de Frank
Holder, un ex CIA” y advierte que Holder no se retiró a la espera de una vejez
dorada, por el contrario, lo cataloga como el “dueño de un imperio de seguridad
privada en toda América Latina”.
Hay más. Siempre según Juan Cruz
Sanz, Picón (el socio de Ecke) es pareja de la hija de Hugo Anzorreguy, el jefe
de los espías argentinos durante el gobierno de Carlos Menem y coacusado por
encubrimiento en AMIA 1. ¿Nisman se trasladaba en un Audi propiedad de una
empresa ligada a un procesado por encubrir la causa AMIA?
El espía
Dejemos las preguntas y volvamos
a las certezas. Tras las que sería su última presentación judicial, Nisman dijo
en televisión: “a Stiusso lo veía casi todos los días”. Se refería al poco
menos que sempiterno jerarca del área de contrainteligencia de la SIDE (devenida recientemente
en SI, Secretaría de Inteligencia), separado de su cargo en diciembre pasado
por orden directa de la
Presidenta.
Su apellido sobrevuela la crónica
subterránea de Buenos Aires desde hace dos décadas. En especial en el caso
AMIA. Según Nisman, fue el propio Néstor Kirchner quien le dijo que trabajara
con Stiusso porque era quien “más sabía” sobre el atentado.
Para esa época Hugo Anzorreguy
(ex jefe de la SIDE ,
ya lo nombramos a propósito del auto de Nisman); Patricio Finnen (una suerte de
alter ego opuesto a Stiusso) y Juan Carlos Anchézar (ex directivo de la SIDE ) ya estaban encausados
en una investigación por el presunto encubrimiento que derivó en el fracaso de
la acusación contra la sindicada “conexión local” del atentado contra la AMIA (AMIA 1).
Volvamos a ubicar todos estos
datos en una línea de tiempo: regresemos a las postrimerías del juicio oral
donde Nisman destacaba como fiscal, cuando la amenaza del “terrorismo islámico”
propuesta por Occidente estaba a la orden del día y comienza la sociedad
estrecha de Stiusso con el vehemente Nisman.
En una de sus últimas entrevistas
televisivas, Nisman aseguró que tamizaba la información que le proporcionaba
Stiusso y que sólo incorporaba al expediente AMIA aquello que consideraba que
podía “judicializar”. Es decir, aquellos elementos que podía presentar con cierto
peso en el expediente. Una buena práctica que el juez Canicoba ponía en duda.
Recordemos que el magistrado contralor declaró públicamente que había advertido
al fiscal del peligro de basar sus investigaciones en informes de inteligencia.
Cristina Fernández retiró a
Stiusso de su puesto clave en la inteligencia estatal en diciembre último, tras
una entrevista que el espía concedió a una revista furibundamente
antikirchnerista. De la entrevista no se desprende revelación alguna, sólo la
confirmación que el espía validado durante el mandato de Néstor Kirchner e
inyector principal de información para el fiscal Nisman estaba de salida. Si no
es así, un espía no habla con los medios.
La denuncia
Los hechos nos regresan al fiscal
Nisman, apresurado en presentar una denuncia contra la Presidenta. Un
escrito de 289 páginas. En la última, el secretario del juzgado receptor de
turno, aclara que la denuncia se recibe “sin la documentación referida. Conste”.
El documento fue colocado “on line” en el centro de documentación oficial de la Corte Suprema de
Justicia de la Argentina.
De allí lo bajamos todos los
interesados. Pero no vamos a detenernos en juicios de valor de iniciados. Sobre
el documento postula el hasta hace poco ministro de la Corte Suprema
argentina Eugenio Zaffaroni, un referente ineludible de la penalística
latinoamericana: “no encuentro cuál es el delito” que el fiscal le estaría
postulando a la Presidenta ,
su canciller y otros supuestos hacedores del encubrimiento de Irán en el caso
AMIA.
Dice Zaffaroni citado por el
diario argentino Página 12, hablando de Nisman: “lo que me imagino es que este
pobre muchacho es una víctima más de una desviación de la investigación de la
causa AMIA. Ha sido víctima de una información torcida, de pistas falsas, no
tengo por qué pensar que lo hizo de mala fe. Y en algún momento se tuvo que dar
cuenta de que eso era falso”.
Algunas pocas jornadas después
del demoledor concepto de Zaffaroni, el pretendidamente escandaloso escrito de
Nisman se apaga, irremediable. Lo único destacado de la denuncia son las
grabaciones sobre los teléfonos de los señalados, que por estas horas difunde
en preciso cuentagotas el diario Clarín, del cual dependen los medios televisivos
que acogieron excitados la denuncia del fiscal hace una semana.
En las escuchas, ofrecidas en la
web de Clarín, se escuchan especialmente conversaciones entre dos de los
señalados por Nisman, reconocidos partidarios de la posición de Irán en torno
al caso AMIA. Lo cual (aunque suene estúpido, hay que recordarlo) no constituye
delito. Conversan animadamente como conversan dos amigos que están de acuerdo
en casi todo. Acuerdan encontrarse, se insuflan más influencias que las que
-seguramente- tienen. Nada nuevo.
Lo único nuevo es que los medios
que publican las grabaciones recuerdan en cada epígrafe, en cada primer
párrafo, en cada cintillo de página y de tapa que es “la denuncia contra la Presidenta del fiscal
Nisman, quien apareció muerto”. Ahora sí. Ahora que el fiscal apareció muerto
todo funciona, todas las escuchas estiran su validez algunas horas más.
Algunas horas más. No más que
eso. ¿Dónde terminaba la épica de Nisman? Atado como estaba a la embajada de
Estados Unidos, atado a Stiusso, atado a los dueños del auto de alta gama,
atado a la prensa adulona por interesada.
La épica de Nisman tenía los días contados. Las horas
contadas.
Marcos Salgado – Question Digital
23/01/2015
http://questiondigital.com/
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