28 de enero de 2015

La tragedia de la AMIA, un nuevo ciclo de mentiras y encubrimientos.



(Argentina) - A partir de la muerte del Fiscal Nisman, en los últimos diez días hemos asistido a un verdadero festival de desinformación, especulaciones, mentiras, intentos simultáneos de aprovechamiento político, marchas sin sentido práctico etc. Pero por sobre toda muy poco información responsable y análisis serio.

Los alineamientos (en dos) aparecieron rápidamente, impulsados por las mil y una noches de las especulaciones. Los que están con el Gobierno salieron a defenderlo de cualquier manera pasando desde el suicidio al asesinato, o los opuestos -viceralmente en contra del gobierno (no es justo hablar de oposición)- que salieron a culparlo con cualquier argumento.

Desde entonces se especuló con todo, hasta un cerrajero se convirtió en estrella. La prensa, los periodistas estrellas y las plumas más “celebres” volvieron a demostrar que son de cuarta y mostraron para quienes trabajan.

Mientras tanto el Gobierno se mantiene firme en su estrategia de no hablar de los intereses de los países centrales y sigue insistiendo en que la cabeza de toda la conspiración es Clarín. Es más fácil que tener que hablar de quienes manejan los hilos, porque en definitiva Clarín (vocero de la reacción nacional y mundial) no es más que un operador de las resoluciones que se toman en otro lado.

En esta movida, como en tantas otras, los grandes ausentes en las noticias y los análisis son los intereses del capitalismo y la utilización de su impresionante maquinaria.

Mientras tanto, sería bueno -por ejemplo- pegarle una mirada a quien era Nisman. Este Fiscal Federal fue puesto al frente de una fiscalía especial para seguir el caso AMIA con el consentimiento del presidente Néstor Kirchner, que lo vinculó con el espía Antonio Stiusso, que estaba en la SIDE desde la época de los milicos. El objetivo era abrir la pista iraní.


La pista Siria, había seguido el mismo destino que la conexión local, a la que Nisman debía terminar de sepultar.

Pareciera que en ese momento las órdenes del poder internacional eran trabajar para alentar la pista que pusiera a Irán en el centro de la mira, estrategia de los Estados Unidos en su lucha contra el “terrorismo mundial”. Quizás la tendencia que se abrió paso en el continente, con Hugo Chávez a la cabeza, gran defensor de la revolución Iraní, más el reacomodamiento de los negocios a nivel internacional fue haciendo que se modifique el camino de la pista Iraní –que no se podía abandonar pero si edulcorar- incluso se llegó a un entendimiento bastante lavado con la República Islámica que fue aprobado, hace dos años, por el Congreso de la Nación, pero que aún no tiene vigencia porque no lo convalidó el Parlamento Iraní.

Sin dudas este cambio de situación dejaba mal parada a la CIA y a uno de sus hombres en la Argentina, el fiscal Nisman. Porque eso era Nisman: un agente de los servicios norteamericanos e israelíes. Países que apoyados por la DAIA siguen impulsando la supuesta responsabilidad iraní.

Los cambios de diciembre en el SI (Ex SIDE) tenían que tener una explicación, ahora está claro.

La denuncia del fiscal Nisman no tenía la suficiente solvencia legal, pero revolver el avispero en año de elecciones nunca está de más.

A Nisman se le agotaron los tiempos, lo mandaron a apurar el trámite. Esto probablemente no salió bien y a Nisman le sacaron la escalera. No sería la primera vez que sucede.

Lo que habría que investigar no es quien apretó el gatillo. Es lo mismo si fue él a la manera mafiosa: “te liquidas vos y nadie más paga nada”, así un tiro, sin cartas, ni llamadas, ni nada. O lo mataron de manera profesional. Importa poco.

Ahora la presidenta Cristina Fernández, anuncia la disolución del SI y la creación de  una Agencia Federal de Inteligencia. Antes de abrir juicio habrá que esperar conocer detalles, aunque de movida poner en manos de la Procuradora Alejandra Gils Carbó a los escuchas no es un acto muy sensato, y mucho menos democrático, aunque así se lo quiera mostrar.

Quizás esté naciendo AMIA 3, en esta tragedia continuada que fue el atentado terrorista del 18 de julio de 1994 que dejó 85 muertos.

Lo que faltan son respuestas pero sobran maniobras de los espías y siguen apareciendo los perejiles, y los caminos que no llevan a ningún lado.


Desde que Carlos Menem nos metió, hace más de 20 años en esta tragedia, siempre ha sido un minué donde los personajes principales fueron los servicios de inteligencia  y nosotros bailamos en la pista de al lado, sin orquesta, sin enterarnos que pasa y sin escuchar la música. Por eso nosotros (el pueblo) no somos Nisman.

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