Por: Juan Carlos Monedero
El loco, decía Lacán,
no es el desequilibrado mental que se cree rey, sino el rey que se cree rey.
Ser rey en 2013 es como usar un calcetín para no preñar, creer que la luz
eléctrica la enciende el diablo o darse con un látigo de cinco puntas en la
espalda para que los pecados se blanqueen.
No queremos que seas rey, Felipe. Ya no son tiempos. Tu
bisabuelo entendió que este pueblo ya no lo quería. Se marchó. Si se hubiera
quedado, lo hubieran encarcelado. Pese a los intentos de la derecha de
exonerarle de toda culpa. Tu padre, tú mismo, soy millonarios gracias al dinero
heredado. (Lo de tu hermana se está discutiendo en sede judicial). Por decirlo
amable. No heredáis solamente el derecho de convertirnos en súbditos. Siempre
heredáis mucho dinero. Y luego lo sabéis mover muy bien. Por decirlo amable.
Los republicanos somos amables. Sabemos que el futuro, de no mediar un
apocalipsis nuclear, será republicano. Si hay catástrofe, habrá reyes. Otra
razón para no quereros reinando. Nos da mal fario.
A tu padre lo nombró un dictador. Franco. A ti te nombró tu
padre. Juan Carlos de Borbón. Siguiendo vuestras normas, le correspondía, por
edad, a tu hermana Elena. No la dejasteis. Luego os molesta que el pueblo haga
diferencias entre las personas listas y las personas tontas. Aunque viendo el
comportamiento de la lista, más nos valdría que no lo fuera tanto. No hay
momento en el que hayáis reinado en el que la inteligencia no os haya
repudiado. Tantos siglos y no habéis dejado ni siquiera un buen libro escrito
por alguno de vosotros, una sinfonía, un cuadro, una patente. A ti te pusieron
en una ocasión a presentar una serie sobre la naturaleza. Tu padre ya se había
bajado a unos cuantos elefantes, osos y demás animales con ojos lo
suficientemente grandes como para estremecerte cuando les disparas. Bien lo
sabías, pero te pusiste a darnos lecciones de respeto a la naturaleza. Siempre
nos dais lecciones de lo que no hacéis. Como cuando tu padre nos habla el 24 de
diciembre de la familia cristiana. De Corina, ni hablamos.
Como la iglesia, decís una cosa y hacéis otra. Hasta
ecologista te han presentado. ¿Cuánta gente de la familia real está vinculada a
consejos de administración de empresas altamente contaminantes? No podemos
quereros. Es la voluntad de un pueblo. Necesitamos la República. La
República en España es algo más que una forma de gobierno. Siempre lo hemos
vinculado a un cambio de régimen lleno de simbolismo emancipador.
En la historia de nuestro país, en ese mito de las dos
Españas, invariablemente habéis estado en la misma. Una pequeñita donde siempre
estaban también el grueso de los militares y los sacerdotes gruesos (es decir,
todos), financiados por banqueros y por Santas Alianzas internacionales.
También, claro, por ese pueblo abducido para vuestra causa por tener el verdugo
en sus cabezas. Claro que al final hay gente de vuestro lado. Nos habéis
llevado a misa a ostias y a hostias. También haciéndonos creer que los ricos
también lloran o que podemos vivir vicariamente a través de vuestros palacios y
vuestras fiestas. Hace más daño Salsa Rosa, el Hola y el confesionario que el
Mein Kampf
No serás rey, Felipe. Cuando estudiaste en Canadá, te dieron
el premio al mejor compañero. Podrían haberte dado el de física, el de
matemáticas, el de historia o el de redacción. Pero tuviste que venirte con el
de mejor compañero. No haberlo recibido. Nos gustaría que fuera os celebraran
por inteligentes o por solidarios, no por vuestro glamour aristocrático.
Sabemos que después de los asesinatos de Al Qaeda en Atocha -qué lástima, tu
padre podía haber salido a decir que no había sido ETA, pero se quedó callado,
dando por buena la mentira del gobierno de Aznar y del candidato, entonces,
Rajoy-, digo, después de aquella barbarie, anulaste tu luna de miel. Pero no
fue verdad. Nos enteramos después de que te habías ido, en secreto, de viaje.
En un avión sólo para vosotros, tus amigos -donde no hay noticia de que haya
ningún trabajador-, al Caribe. Nos enteramos porque hubo un incidente en un
aeropuerto en Estados Unidos. Dijiste que anulabas el viaje en solidaridad con
el dolor que teníamos por los casi 200 muertos. Pero no te dolía, porque te
fuiste a la playa a celebrar. Como Ana Botella con las muchachas muertas en el
Madrid Arena, de las que informaba entre viaje y viaje a un balneario en
Portugal. Sois la misma España. Una que no queremos. Una que necesitamos
superar.
Fuiste hace poco a Caracas, a las exequias de Chávez. Escuché
que te abucheaban. Te fuiste pronto. Ni siquiera te quedaste a la toma de
posesión del Presidente electo, Nicolás Maduro. No tenías tampoco nada que
charlar con Evo Morales, con Rafael Correa, con Cristina Fernández, con Mel
Zelaya o Fernando Lugo. Esa gente ya no está en esa lógica de las Cumbres que
se inventó Felipe González para hacer negocios con sus amigos. Vaya vaya con la
“madre patria”.
Es cierto que nunca pedisteis disculpas por el “por qué no
te callas”, ese tuteo autoritario de tu padre contra un Presidente electo.
Nunca se contó bien esa historia. En aquella Cumbre, Aznar, nada más bajarse
del avión, insultó, al pie de la escalera, a Chávez -qué gran Presidente fue
Aznar, el corresponsable de la masacre de Irak-. Después de escuchar las declaraciones
de Aznar, Chávez, enfadado, recordó la participación de nuestro gobierno en el
golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002. En el cierre, Zapatero, sin
corresponderle la palabra, intervino, de nuevo para defender a Aznar y
reprender al Presidente venezolano. Ahí es donde Chávez protestó. Y ahí es
donde tu padre, quizá con una digestión pesada, saltó con esas maneras tan
borbónicas. Ya ni siquiera ayudáis a una buena relación con América Latina. Por
esto, tampoco puedes ser rey, Felipe.No serás rey, Felipe.
Tenemos que crecer como ciudadanos. Asumir las consecuencias
de nuestros propios actos. Necesitamos solventar nuestra relación entre los
diferentes pueblos de España. Con un rey es imposible ese diálogo. Tenemos que
sentarnos en igualdad de condiciones.Y necesitamos discutir también nuestra
relación con esa iglesia que se mete en nuestras escuelas, en nuestras camas,
en nuestras universidades y en nuestros laboratorios. Con un rey católico,
apostólico y romano no es posible. Necesitamos frenar el papel de los lobbies,
las intermediaciones empresariales, los patrocinios interesados que invitan a
tantas oscuridades. Con reyes ricos y lobistas eso no es posible.. Sois un mal
ejemplo para otro tipo de emprendedores. ¿Cuantos yates y vacaciones os han
financiado empresarios con intereses confesados e inconfesables?
Tenemos que tomar las riendas de nuestro futuro en nuestras
manos. En la crisis actual del modelo, una crisis que es integral, ninguna
solución pasa por tutela alguna. Para eso necesitamos ser ciudadanos plenos.
Con un rey, no es posible. El pueblo necesita decidir quién tiene que
representar nuestra aventura común como sociedad y cómo articulamos nuestras
relaciones. Asumir esa responsabilidad. Crecer. Seguramente tú, Felipe, vas a
priorizar el mantenimiento de tu puesto de trabajo. Es tu principal interés. Te
educaron para eso. Tu interés por un lado, el nuestro por otro. A ti te hacemos
siempre falta nosotros. A nosotros no nos haces falta tú. Y porque nosotros
somos el pueblo, no vas a ser rey, Felipe. Pero tranquilo: no depende de ti.
Sabemos que esa tarea es exclusivamente nuestra. Estamos en ello.
II
El Rey abdica. Otro de los efectos del 25M. Todos los
consensos del régimen del ’78 se han quebrado: el de la Iglesia (que el Papa ha salido
rojo), el de la judicatura (que va en moto, ebria y saltándose semáforos
constitucionales), el del diario El País (que ya es una suerte de amarillismo y
conservadurismo interesado), el del bipartidismo (que ya no llegan al 50%); el
de la patronal (con su jefe más emblemático en la cárcel por chorizo). Faltaba
la monarquía. Y ya ha saltado.
¿Será Rey Felipe? Lo escribimos en su día. Y sigo pensando
lo mismo: no vas a ser rey Felipe. Nos va la democracia en ello.
Publicado por la
revista Questión Digital
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