"Volver a la normalidad no debe ser una opción.
Este virus nos ha demostrado lo asquerosa que es la normalidad".
Cuando el capitalismo es "lo normal" debemos pensar en
cambiar la norma.
(V.S.).
Envidio a quienes en esto días escriben con absoluta certeza
sobre la situación socio-política-económica del país y el mundo. A quienes
aseguran que después de esta difícil situación, que nadie niega pero que no a
todos los afecta por igual, vamos a volver a la normalidad o quienes dicen todo
lo contrario el mundo ya no va a ser el mismo, pero sin dar argumentos sólidos,
sin basamentos palpables.
No hablo del Covid-19, del que los que saben, saben muy
poco. Del que nadie tiene certezas capaces de ser transmitidas y convencer por
un plazo medianamente largo. Los más serios de todos son los científicos que
trabajan buscando una solución y son precavidos en sus relatos.
Sin dudas, lo más fácil en estos días es ser creyente (no
importa que religión) porque te entregas a un dios y te refugias en “si él lo
ha querido, por algo será”. Pero para nosotros que creemos en la ciencia no
tenemos ni ese refugio.
Lo que tengo claro, quizás lo único, es que no quiero volver
a la normalidad. A esa normalidad, en la que algunxs de repente descubrieron
que existe la pobreza, la violación sistemática del derecho a la salud, a la
vivienda, a la educación o que descubrieron la vulneración del derecho al
acceso justo a un ambiente digno de ser vivido y que ensayan argumentitos de
bolsillo al mejor estilo Fernando Iglesias o Federico Andahazi.
Gente, las villas y asentamientos son, en primer término, un
producto de la lógica perversa del capitalismo, de su desarrollo histórico
desigual en una economía dependiente y su impacto en la (no) planificación
urbana. Ahora descubrieron que existe la Villa 31 (Retiro) donde viven
hacinados y sin derechos más 40.000 mujeres, hombres y niños, donde la pobreza
y los sufrimientos son los amos del lugar. Pero resulta que la Villa 31 tiene
decenas de años. De paso también descubrieron que hay más villas en CABA, la
Villa 1-11-14 (en el bajo Flores) o la 21-24 (de Barracas), en la que sus
habitantes se empiezan a enfermar como moscas, de esta enfermedad que los que
más tienen trajeron de sus vacaciones pero progresivamente termina afectando a
los más desprotegidos. Como siempre sucede. Porque allí viven las enfermeras del
sistema de salud público, porque allí viven hacinados y sin agua los
jardineros, choferes, o empleadas domésticas de quienes viajan a Europa.
Son los mismos que ahora se “enteraron” que en el Gran
Buenos Aires hay 1800 barrios humildes, algunos dejaron de ser villas por el
esfuerzo de sus habitantes, pero igual no tienen los servicios esenciales
(agua-cloacas-luz-gas). Seguramente todavía no saben la situación en la que
viven los habitantes de la Villa del Barrio 3 de Junio (Plátanos) o Barrio
Federal (El Pato) o Marítimo-Kennedy Norte, en Berazategui.
Entonces resulta que hay un virus con alta tasa de contagio
que no hace diferencias de clase pero que ahora está alojado, como era de
esperar, en los barrios pobres de Capital y del GBA. Quizás el virus, como buen
producto del capitalismo que destruye el planeta, también sabe de clases.
Es aquí donde emergen las teorías más diversas. Que recorren
todo el espinel del pensamiento, de derecha a izquierda.
Por ejemplo (y para tomar una persona que respeto), el ex
dirigente Tupamaro Jorge Zabalza opina en una entrevista que: “Todo parece
indicar que los gobiernos latinoamericanos sean del cuño que sean están
aprovechando el miedo que fue creado con el Coronavirus para imponer su
modelo”. (…)
“Entonces el capitalismo sigue marchando. Se ha utilizado la
existencia real del coronovirus y la falta de capacidad de los servicios de
salud para crear miedo que va a terminar en rebajas salariales, de puestos de
trabajos, en el crecimiento de la pobreza. Una nueva forma de explotar y de
someter a los pueblos, una vuelta de tornillo más, y eso inevitablemente que va
a traer formas de represión, las ya conversadas formas de control digitalizado
(aunque termina reconociendo que) y también va a traer resistencias porque no
hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, la gente va a salir a la
calle”.
De a poco se entrevera la situación, porque la única medida
real para frenar el contagio del virus es aislarte, pero esta realidad es
utilizada por quienes detentan el poder (cruel e inhumano en el mundo) para
avanzar.
Así de reclamos lógicos cómo el de los comerciantes (los que
no fueron habilitados) que quieren abrir sus negocios, se los mezcla con los
reclamos de libertad de la derecha más rancia. A ellos, por ejemplo, se les
pega la derecha de José L. Espert. Esa derecha que no duda en hundir en la
miseria a quien sea para defender sus interese de clase. Que claramente son del
de comercio minorista que no está pidiendo abrir y que quizás siempre ninguneo
al estado y ahora quiere que este "lo salve".
Mientras tanto no se trata de detener la protesta social de
los olvidados de siempre. Teniendo en cuenta que distancia social no significa
borrarnos.
Yo me pregunto tres cosas: ¿Porque no encontramos otra forma
de manifestar la protesta?, para romper el miedo al contagio ya instalado. ¿Por
qué no exigimos la ayuda para los más desprotegidos, como eje central de la
protesta? y ¿Por qué tenemos que apelar al mismo modo operandi de la derecha
que ahora sale a la calle a protestar contra la llegada del comunismo? La calle
nunca fue de la derecha y ahora tampoco lo será, la calle es fácilmente
recuperable por el movimiento social combativo.
Porque desde la izquierda no explicamos algo tan sencillo
como que la riqueza no la crean los dueños de las fábricas, sino los
trabajadores y por eso ahora los patrones quieren que vuelvan a trabajar aún a
costa de su salud.
Porque no explicamos más que es un problema de clase que no
salga el impuesto a las grandes fortunas y el control al sistema financiero.
Porque no explicamos más que la reforma agraria es una
necesidad para que el pueblo se quede con la renta agraria.
Los casilleros que presuntamente retrocedemos hoy, pueden
ser utilizados para tomar fuerza mañana, a condición de tener mucho cuidado de
no caer en el mismo discurso de la derecha.
Como se resuelve el problema. Yo abono a la teoría de que a
la policía, la gendarmería y el ejército lo mejor es tenerlos lejos, pero antes
de gritar conversemos con los compañeros de las villas.
Aprovechemos para
avanzar en el plano de la conciencia de clase, sin impulsar una rebelión
infantil que no lleva a ningún lado. Aprovechemos para que crezca la
solidaridad y si tenemos que estar en la calle por cosas puntuales, salgamos a
reclamar en las calles. Pero sin exponer otra vez a quienes más riesgos corren
ante cualquier enfermedad.
No estoy de acuerdo, que porque sí, cuando salgamos de la
cuarentena no volveremos a ser esa asquerosa normalidad donde muchxs no tienen
derechos, por eso se trata de que planteemos crear una nueva realidad en dónde
todxs estémos incluidos.
Pero para dar pasos en esa dirección tengamos cuidado de no
recorrer el mismo camino que la derecha neoliberal y neofascista, que proclama
“que Argentina marcha al comunismo”, que son “libertarios”, que “no quieren ser
Venezuela o Cuba”. Que otra vez aprovechan para instalar miradas anti populares
agitando el cuco de la bandera roja. Ningún cuco, el socialismo o las formas de
lograr una sociedad más justa son posibles, por eso le temen por eso agitan
viejos discursos falaces.
Estos sectores son los mismos que hoy (30 de mayo) han
publicado un documento que titulan “La Democracia está en peligro” en lo que
ahora consideran errores del gobierno lo que ellos se negaron a ejecutar allá
por el mes de marzo y han inventado el término de “infectadura” donde hablan de
“un eficaz relato legitimado en expertos,
seguramente acostumbrados a lidiar con escenarios que se asemejan a situaciones
de laboratorio y ratones de experimentación, pero ignorantes de las
consecuencias sociales de sus decisiones”, documento acompañado por un
puñado de científicos y personajes conocidos, y llena de ignotos desconocidos,
encabezado por la investigadora del Conicet Sandra Pitta quien ya había
promocionado una solicitada de apoyo a la reelección de Mauricio Macri. Desde
cuando les preocupan los pobres? Están pensando en ellos mismos y entonces
aparecen como defensores de los sectores medios, siendo útiles a proyectos de
apropiación de riqueza que no los incluye.
Documento en el que le faltan el respeto a los especialistas
en epidemiologia y a la ciencia al tener entre los primeros firmantes a
científicos del Conicet con Especialidad en el Sistema Solar - Sistemas
Planetarios; otro en Astronomía especializado en ciencias planetarias u otro
que está investigando el “Desarrollo de columnas y preconcentradores capilares
para su uso en cromatografía y electroseparaciones”.
Claro está, tampoco faltan exfuncionarios del macrismo como
Darío Lopérfido (exministro de Cultura), Fabiana Túñez (exsecretaria del
Consejo Nacional de las Mujeres) y Jorge Sigal (exsecretario de Medios
Públicos), o intelectuales de derecha como Juan José Sebreli, el que llamó a
romper la cuarentena y pidió que "todos
el mismo día levanten las persianas y que toda la gente salga a la calle".
Y si quieren seguir buscando se encontraran con la firma de Santiago Kovadloff,
Luis Brandoni o Daniel Sabsay A la derecha de estos personajes, ni la pared, el
vacío.
Estos, y otros con pasados similares, dicen que el comité
que asesora al Ejecutivo son analistas “de ratones” que desconocen la realidad
social. Hablan así de estudiosos como Pedro Cahn especialista en infectología,
director Científico de la Fundación Huésped desde 1989 y ex-presidente de la
Sociedad Internacional de Sida (IAS) por el período 2006-2008. Mirta Roses,
médica cirujana, que fue directora de la Organización Panamericana de la Salud
(OPS) y directora regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para
las Américas, en 2003, y en la actualidad es la embajadora especial de la
OMS/OPS para América Latina y el Caribe. Eduardo López, quien tras 33 años de
carrera hospitalaria y jefe de la división Clínica del hospital de Niños Ricardo
Gutiérrez, acumula experiencia asistencial, excelencia docente, compromiso con
el sistema público de salud y capacidad de análisis sanitario. Es uno de los
formadores de expertos más reconocidos del país. Omar Sued, especialista en
Medicina Interna y Especialista Universitario en Enfermedades Infecciosas (UBA,
2004), máster en Manejo Integral del VIH-Sida (Universidad de Barcelona, 2003)
y doctor en Medicina (Universidad de Barcelona, 2016), entre otros.
Sin dudas, hay sectores que la pasan mal y las respuestas
son lentas, pero no es la derecha fascista la que libra un falso proceso de
búsqueda alternativa.
Tenemos que lograr ser creativos, multiplicar solidaridad
pero de esa que exige inclusión, vida digna, reparto equitativo de la riqueza,
solidaridad de los pueblos para los pueblos. Que no nos confundan con términos
como libertad que nada tienen que ver con liberación. No es con más capitalismo
que se combate el capitalismo. Ahora es cuando tenemos la imperiosa necesidad
de instalar una nueva normalidad, hasta que la dignidad se haga costumbre.
Ernesto Salgado
30 de mayo 2020
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