8 de diciembre de 2016

Fidel

Las cenizas de Fidel ya están depositadas en el cementerio de Santiago, la cuna de la Revolución cubana. Ya van bajando las voces de quienes quisieron y pudieron escribir lo que les surgía de lo más profundo de sus entrañas. Ya sacamos los crespones rojos de la puerta de entrada de nuestra casa. Quizás sea este silencio el que nos permita recordar a cada uno, en la intimidad, lo que sentía, siente y seguirá sintiendo hacía un grande de la revolución latinoamericana del siglo XX que se prolongó ya entrado el XXI.

Y eso fue Fidel, su revolución, su aventura en la Cuba de Batista, su arrojo, su decisión, un revolucionario que subió junto con el Che y Camilo al pedestal de Martí, Maceo, Bolívar, Miranda, Moreno, Belgrano y San Martín.


En estos días en que la estrategia del imperialismo es mezclar todo, que habla del neoliberalismo como si fuera una doctrina económica y esconde que es la forma que el capitalismo adquirió en estos últimos 30 años para someternos, en el mundo y en la Argentina también.

Es en estos días recordar que se nos fue, solo físicamente, un REVOLUCIONARIO nos obliga a superar el dolor, y no lo digo como frase hecha porque lo que siento es dolor, y esforzarnos en bucear en sus enseñanzas, en sus aciertos y en sus errores, para hacer honor a la consigna que acuñó el pueblo cubano en estos días ¡¡Yo soy Fidel!!

Ese Fidel que en vida dejó sentado que no quiere monumentos, ni mausoleos, ni ciudades, plazas, calles o edificios públicos con su nombre, porque recordando a Martí el líder de la Revolución Cubana solía repetir que “Toda la Gloria del Mundo cabe en un grano de maíz”.

Chau Fidel, cuando se van los seres que uno tiene cerca se lo extraña todos los días, toda la vida. Cuando se van los que nos marcaron el camino de la revolución, que no siempre supimos seguir, se lo extraña a la hora de buscar respuestas.


Ernesto Salgado 

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