14 de julio de 2016

Después de 30 años volví a Rusia

La experiencia me han enseñando que volver a un lugar unos años después te permite al menos tres cosas: ver mejor lo que habías visto y como lo habías visto, ver lo que antes no habías visto y por último comparar entre el hoy y el ayer.

La última vez que estuve en Rusia fue hace 30 años, yo todavía era militante y dirigente del Partido Comunista y aquellas tierras, obviamente, todavía pertenecían a la Unión Soviética. Estas referencias no son en vano, debido a como leíamos la Revolución Rusa, el papel de la URSS en el mundo y como teníamos respuestas a muchos de los errores de aquel proceso. Aunque debo decir que en lo personal ya había aprendido a ver muchos de los problemas existentes. Algunos aprendimos a ver el fenómeno de la perestroika y la glásnost de Mijaíl Gorbachov, ayudados por amigos Rusos como Kiva Maidanik, que nos guiaban en la lectura de muchos de los hechos políticos de la época.


Hoy, 30 años después, tengo mayor convencimiento de la significación de la Revolución de Octubre para el aprendizaje de los revolucionarios del mundo. Octubre fue la revolución proletaria que abrió otro camino. Lenin pensó y lideró un proceso revolucionario para Rusia y la región de influencia. Adosar al marxismo el concepto de leninismo es un hecho que no debe ser atribuido al pensamiento de Lenin, si bien el triunfo de la Revolución Rusa plantó una enorme modificación geopolítica a nivel mundial.

Lenin murió apenas 8 años después de la revolución y Stalin no fue el continuador del jefe político de los  bolcheviques, a pesar de que supo guiar al pueblo soviético al triunfo contra el nazismo y hoy día aún muchos de los ancianos de Rusia lo respetan y quieren por el triunfo contra Hitler, que obviamente no fue algo menor.

La guerra fría después del 45, la dictadura de Stalin, la carrera por el espacio cósmico,  la llegada tardía de una figura como Nikita Kruschev, el estancamiento económico de la época Leonid Brézhnev,  la muerte acelerada de Yuri V. Andrópov y la llegada también tardía de la política de apertura y transparencia de  Mijaíl Gorbachov, se entrelazaron para dar por tierra con la Unión Soviética.

Volviendo al eje del relato. En junio, después de 30 años, volví ya como turista y recorrí una parte de la Rusia de hoy, es decir la Rusia capitalista.

El gobierno de Putin aceleradamente marcha a consolidar al BRICS, su alianza económica, como el otro polo capitalista. Basado en su poderío económico y militar.

En lo político-cultural se nota un proceso para  borrar la revolución bolchevique. Que quede solo como una parte de la historia del país, sin negar a Lenin pero de manera similar a como se refieren a los 300 años de la dinastía de los Romanoff. Algo similar ocurre con la Gran Guerra Patria, que teniendo una significación histórica muy importante, tampoco está en el sitio destacado que le corresponde. Tan solo recordemos que ese pueblo venció al fascismo y lo corrió hasta su cueva en Berlín, aunque ello le costó  la  vida de 27 millones de soviéticos.

Esta realidad deberíamos ubicarla en el intento de falsificar la historia, de intentar armar un relato diferente de los procesos históricos. No niegan, por el contrario, la Gran Guerra Patria sino que lo vacían de contenido ideológico, pues ese esfuerzo del pueblo soviético está en estrecha relación con la Revolución de Octubre. Se trató de un pueblo que no declamó sino que actuó en función de lo que la revolución reclamaba como necesario. Sin Octubre no hubiera existido la resistencia y triunfo sobre el nazi-fascismo de Hitler.

Obviamente un país capitalista no puede tener en un lugar destacado a la primer revolución proletaria triunfante de la historia.

El gran sacrificio para triunfar sobre el fascismo solo se explica porque se trataba de defender casi treinta años de revolución proletaria. Lo que lleva al capitalismo ruso a ubicar históricamente restándole envergadura, como lo hace, tanto a la Revolución Rusa como a la Gran Guerra Patria reside en que en ambas la participación popular masiva y conciente fue el hecho significativo, pues la participación popular y el capitalismo son categorías contrapuestas.


A pesar de todo, quedan bases indestructibles del país de Lenin, Troski, Dzerzhinski, y otros: la educación, salud y vivienda gratuita -que incluye que el 80% de los rusos mantengan sus casas de descanso (dachas que le dicen)- son gratuitas. Los servicios son de muy bajo costo. El transporte público es de primera y barato. Los beneficios a las personas mayores y las familias numerosas multiplican todos los derechos mencionados.

Claro está, como país capitalista quiere aprovechar su gran atractivo turístico y entonces pasa a ser más rentable mostrar las iglesias y los palacios que los monumentos al soldado desconocido. Y aunque sea reiterativo no existe en los tours turísticos nada de la revolución de octubre. Es así como en San Petersburgo (ex Leningrado) no se explica que el Hermitage, el Palacio de Invierno de Catalina la grande, (el tercer o cuarto museo de arte más importante del mundo y que guarda su colección personal) fue el lugar donde se inició la revuelta liderada por los bolcheviques cuando desde el Smolny -sitio en el que estaba el estado mayor de la revolución -hoy residencia del alcalde (gobernador) de la ciudad-, Lenin lanzó la consigna de todo el poder a los soviets. El tercer elemento, que muestra lo que digo, es que el buque Aurora, de donde partió el cañonazo que dio por iniciada la revuelta, ya no está en los canales de la ciudad (hace tres años fue llevado a un astillero para una supuesta reparación). El cementerio donde están enterrados la mayoría de los muertos durante el sitio fascista sobre Leningrado (2 millones de personas) en vez de ser un monumento de visita obligatoria, apenas si es conocido y ni se lo menciona.

No voy a referirme, porque es tema de investigación más profunda y seguro me excede, es como será el futuro de la Rusia actual, pero lo que no me quedan dudas es que hoy es una de las tres potencias capitalistas mundiales y como tal un enemigo de los pueblos del mundo.

Por eso, para terminar como empecé. El país que visité por primera vez hace 42 años, con todos sus errores y  deficiencias, era mejor país que el actual.

Ernesto Salgado
Integrante del Colectivo Somos los que estamos
Julio de 2016


(*)Kiva Maidanik, - falleció el 24 de diciembre de 2006- 

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