Argentina- En los últimos años, el peronismo resolvió siempre, de una u
otra forma, sus diferencias electorales internas refugiándose en la sociedad en
su conjunto, obligándola a ser participe. Hasta que durante la gestión de los
Kirchner estos le dieron una vuelta de tuerca a su estilo e inventaron las
elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO), a través de
las que obligó a todos los partidos políticos a elegir a sus candidatos
utilizando este sistema, aunque los mismos tuvieran solo una lista.
Las PASO anuló todos los sistemas de elecciones internas de
los partidos políticos, pero además fijó un piso de votos para ir a las
elecciones que deja afuera del debate de ideas y propuestas a las fuerzas
políticas minoritarias. De esta manera las PASO aleja la forma participativa que
cualquier democracia moderna sustenta. Así el objetivo principal de los
partidos en formación terminó siendo llegar al 1,5%, de los votos emitidos en
cada instancia, sin poderse concentrarse en difundir su propuesta política, lo
que debería ser el objetivo central de cualquier campaña electoral, ya que las
elecciones son el punto más alto de la política burguesa.
Pero este año, el peronismo -volviendo al pasado- ha vuelto
a utilizar la metodología de la elección a dedo de sus principales candidatos, y
del rincón de las mentes brillantes salieron las candidaturas de Daniel Scioli
y Carlos Zannini para presidente y vice, aunque el descontento que habría
causado en Randazzo y en muchos kirchnerista por adopción, abortó la intención
de repetirlo en la provincia de Buenos Aires. De cualquier manera, y como forma
de refrescar la memoria, los candidatos “autorizados” son Aníbal Fernández,
Julián Domínguez y Fernando Espinoza (de progresista nada, ni por casualidad).
Aunque algunos, como Aníbal, disfrace la fórmula con uno que lo fue haya lejos
y hace tiempo. En la otra fórmula, Domínguez-Espinosa, todo pasa por tener más
policías.
Obviamente que el enojo que lo llevó a Randazzo a
“rebelarse” ante la jefa, tiene como punto de partida que fue justamente Zannini
quien fogoneó su candidatura y lo utilizó, desde un principio, con el objetivo
de que estuviera “picaneándolo” a Scioli durante estos últimos meses para que
no se aparte de la huella, cuando aún Cristina no se había convencido de que no
lo quedaba más remedio que llevar a Scioli.
La única verdad es la realidad, dijo el creador del
peronismo, y la verdad es que Cristina Fernández de Kirchner ha elegido como su
posible sucesor a una creación política de Carlos Menem. Scioli ha demostrado
su cintura política –y que por sobre todo quiere ser presidente y seguir
acumulando fuerzas-, no tiene problema que le pongan lo que le pongan a su
lado. Está por verse el control real que se pueda tener sobre este fiel hijo del
neoliberalismo, y en todo caso una vez
más será el pueblo el que pague las consecuencias.
Quedan algunas cosas picando, una de ellas es saber si los
que alguna vez se dijeron de izquierda y ahora acompañan fanáticamente un
proceso capitalista neodesarrollista basado en una política económica
extractivista y repetían: “a la izquierda de Cristina la pared” si ahora
creerán que “a la izquierda de Scioli también está la pared” e irán a votarlo
disciplinadamente.
¿Aún se puede seguir creyendo, qué por este camino se puede construir
un proceso de liberación o construir un gobierno popular?. Y bueno espero que
no se equivoquen.
Ernesto Salgado
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