4 de agosto de 2017

A lo que le temen es al Chavismo

El domingo 30 de julio hubo elecciones constituyentes en Venezuela, realizadas en medio de la acción terrorista de la derecha y de una guerra económica y mediática impulsada por el imperialismo yanqui que se ha propuesto, cueste lo que cueste, terminar con la experiencia del chavismo en la patria de Bolívar. No es la Constituyente -que en definitiva no es más que una medida del gobierno para ver si logran salir del asedio, y los yanquis lo saben - lo que les molesta. Lo que irrita al Departamento de Estado y al presidente Trump es el Chavismo. Y más aún, su vigencia.

Es obvio a esta altura de los acontecimientos que el imperialismo es capaz de utilizar cualquier medio para conseguir su objetivo que es económico –quedarse con el petróleo venezolano- y que es político -impedir que el ejemplo de Chávez, se sume al ejemplo de Cuba y se extienda por el continente-. Particularmente en este momento que está logrando recuperar su iniciativa en varios países de la región.


Más de 8 millones de venezolanos inundaron las calles y le dijeron que sí a Chávez. A Chávez. El Sí fue a Chávez y por eso el imperialismo y sus lacayos locales estallaron. Ellos saben que los votos logrados y los miles que se malograron porque no pudieron llegar a los centros de votación por las amenazas de la derecha, son de Chávez. Ellos saben que no son de respaldo a la persona de Maduro, que son de respaldo al chavismo, el verdadero dueño de la voluntad de un pueblo que aunque lo agreden sistemáticamente siente al chavismo en su corazón y conciencia, porque saben que Chávez los dignificó y los elevo a sujeto de los cambios. Por eso la violencia y el terror para paralizar al pueblo les han fallado.


Porque el imperialismo tiene claro el significado y mensaje de los votos del 30 de julio es que ordenó a sus lacayos a una rápida acción y entonces aparece en escena con más fuerza Macri, pidiendo la expulsión de Venezuela del Mercosur y quitándole la Orden de San Martín a Maduro. Temer, Kuczynski, Peña Nieto, Santos, Cartes, represores, asesinos, hambreadores, pidiendo la aplicación de cualquier tipo de sanción e incluso dispuestos a respaldar una intervención militar, (lejos por ahora debido a la posición de la ONU, Rusia, China e Irán).

El punto fuerte en la estrategia para acabar con la Revolución Bolivariana son los medios de comunicación hegemónicos, que sistemáticamente han endosado todos los muertos de la violencia política de la derecha (más de 110, desde abril) a Maduro y sus cuerpos de seguridad. Desinforman sistemáticamente, extrapolan las fotos que profusamente sacan avezados fotógrafos de agencias de noticias occidentales como si fueran una muestra de lo que toda Venezuela es. Y no es así. Para nada. 

La verdad es que la violencia se limita a un puñado de municipios urbanos en las ciudades más grandes del país, donde grupos muy organizados, pertrechados y violentos, nutridos por el lumpenaje que aflora siempre en las malas coyunturas económicas, son presentados como guerreros de la libertad.

Así, millones son confundidos, intoxicados. No faltan a la cita los llamados pensadores de izquierda que levantan la voz pidiendo por la libertad de los supuestos presos políticos, la mayoría de ellos tras las rejas por ser instigadores o partícipes de las acciones violentas.

Estos mismos personajes ven el problema en la figura de Maduro y una vez más no ven el mensaje del pueblo, por eso fue fácil venderles lo que dijo SmartMatic, empresa que dio soporte técnico a todas las elecciones desde el año 2004, cuyo responsable salió a decir -sin aportar una sola prueba-  que los resultados fueron adulterados. Un ex presidente de Telesur salió enseguida a avalar la denuncia. ¿Cuántos millones (de dólares) más están en juego para sostener el discurso de los que quieren arrasar con la Revolución Bolivariana?

Una cosa está clara: no se puede seguir los acontecimientos de Venezuela leyendo Clarín o La Nación y toda la prensa mundial que juegan alineados con los yanquis, y después opinar alegremente. ¿Todavía no aprendieron de las experiencias vividas?

La Venezuela de Chávez no era socialista, pero marchaba con medidas concretas a crear un Estado diferente, un poder con activa participación y decisión popular, que los acercaría rápidamente a un socialismo a la venezolana, a una nueva experiencia para estudiar y aplicar en el continente. Ese ejemplo. Esa posibilidad. Esa alternativa, es la que los yanquis quieren borrar con sangre.

Obviamente la derecha venezolana se presta a esa jugada, porque por sobre todas las cosas tiene odio de clase. Odio a esos “negros” que ocupan el lugar que ellos creyeron que les pertenecía por ser rubios de ojos azules. Odio a esos pobres que empoderados fueron los beneficiarios de la renta petrolera que antes les pertenecía y usufructuaban totalmente. Odio de no tener al pueblo doblegado. Odio de que ese pueblo pueda caminar por Caracas y les haya ocupado sus centros comerciales. Odio de que hayan bajado de los cerros.

Es difícil saber cómo será el futuro de Venezuela, lo que tengo claro es que si los yanquis logran sus objetivos en el país de Chávez, los Macri del continente acrecentarán su poder.


Ernesto Salgado

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