Este fin de semana asistimos, en Brasil, a uno de los más
penosos y horripilantes espectáculos de una América Latina que se desgarró y se
desgarra por encontrar un camino propio lejos de los designios del imperio yanky,
que retomó la ofensiva con el asesinato de Hugo Chávez hace apenas 3 años.
No se si fueron los errores del gobierno de Dilma que no
terminó de entender que para derrotar al imperialismo no se puede jugar en el
terreno de ellos. O que no se puede ser una potencia capitalista diferente. Se
es un gobierno popular, de clase, o ellos buscarán uno que los represente sin
fisuras, sin medias tintas.
Quizás se pueda cuestionar la responsabilidad del Tribunal
Supremo Federal por haber permitido este acto vergonzoso, que como recuerda Leonardo
Boff en Question Digital el propio New
York Times del 15 de abril, escribió:
“Ella no robó nada, pero está siendo juzgada por una banda de ladrones”.
Mientras que buena parte de los diputados que habilitaron el juicio político
fueron electos con el dinero de la corrupción política, corrupción generada y sostenida
por las empresas.
Los errores del gobierno le dieron espacio a la conspiración,
y hoy Dilma Rousseff está al borde de ser desalojada para siempre de la
presidencia de Brasil, el país con la economía más importante del continente.
El país de Lula quien con el impulso de Chávez contribuyó decididamente a la
derrota del ALCA.
La decisión adoptada por la Cámara de Diputados de
Brasil de continuar el proceso de destitución de la Presidenta Rousseff ,
sin que hayan existido indicios o discusión de fondo durante el debate y se
haya probado delito alguno, constituye un motivo de seria preocupación para la
región. Lo que ocurrió en Brasil fue un golpe parlamentario inaceptable. Los
errores políticos de un gobierno se los cobra el pueblo a la hora de las
elecciones, esa son las leyes de la democracia que ellos dicen defender.
Queremos creer, como dice el pronunciamiento de la UNASUR “que el Senado de la
República actuando en conciencia como juez y después de
evaluar la firmeza y pertinencia legal de las pruebas aportadas detenga este
proceso que puede llegar a afectar seriamente la democracia regional y la
seguridad jurídica hemisférica”.Casi una utopía.
La presidenta seguirá en su puesto, hasta que el Senado
defina si acepta la decisión de los diputados. Pero como es de prever en estas
pocas semanas será una presidenta sin peso para tomar decisiones en un Brasil
que atraviesa una dura crisis económica. Y si el Senado acepta, como
seguramente lo hará, – la apertura del proceso de destitución, asumirá el
gobierno Michel Temer, el vicepresidente que por intereses personales se sumó a
una oposición salvaje, y ello será una desgracia para Brasil y nueva derrota
para la patria grande.
Como se analiza en Question Digital (http://questiondigital.com/?p=33296),
“los llamados agentes económicos
–empresarios, inversionistas y especuladores del mercado financiero– viven una
expectativa que está en plena ebullición. Al mismo tiempo, las fuerzas que por
tradición apoyan al PT –movimientos sociales y centrales sindicales– se
preparan para responder a lo que califican de golpe blanco.
Mucho más que
defenestrar a una mandataria impopular, lo que se abrió ayer en Brasil, con la
decisión de la Cámara
de Diputados, ha sido un periodo de profundas y graves incertidumbres.
Brasil entra en una
zona de tinieblas, y las tensiones no harán más que reforzarse en los próximos
días.(...) Vendrán tiempos de alegría en Wall Street y vecindades, y de
profunda turbulencia en las periferias de América Latina”.
Por Ernesto Salgado
Del Colectivo de Somos los que estamos
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