(Venezuela) - Retumba
la alegría de algunos incautos por la división en la MUD , dicen que allí cada uno
anda por su lado, intentando saciar sus apetencias de poder, y concluyen que la
oposición está liquidada.
El cuadro tiene otra lectura. Los representantes políticos de
la burguesía se unen cuando están en la adversidad de un gobierno fuerte, y se
separan cuando el viento hincha sus velas, cuando el gobierno revolucionario se
debilita. Es así, la unión y la desunión de los opositores es una buena medida
de cómo va el gobierno.
Hoy perciben débil al gobierno -leen encuestas y señales-, y
se lanzan al asalto final. Unos quieren el golpe y disculpan con llamados a una
constituyente, a un congreso paralelo y otras argucias. Otros prefieren ir
hasta las elecciones parlamentarias, tomar la Asamblea y desde allí dar
la estocada final. Cuando la situación esté madura, los gringos le impondrán el
candidato que los una. Entonces, las ilusiones de una oposición dividida se
esfumarán.
La característica principal de esta Revolución fue el
caudillismo. Chávez era un caudillo, con él se vivió lo bueno y lo malo de esa
condición, era fuerza y era debilidad, el saldo fue siempre positivo: oír la
crítica, la consulta oportuna, ser guiado por profundos sentimientos de amor,
la benevolencia en lugar de la venganza compensaban el riesgo del poder
concentrado.
Con su asesinato se creó un vacío que imponía un cambio en
la manera de conducir a la
Revolución. Ya sin el caudillo no era viable el modo
caudillista, se hacía necesario llenar el vacío con una dirección colectiva,
que junto al Presidente Maduro absorbiera, capturara, la telúrica fuerza
política, religiosa e ideológica de Chávez. Esto no ha sido posible, la Revolución ha dado
tumbos en el intento de repetir lo irrepetible, de sustituir lo insustituible.
Y en esos bandazos se ha debilitado, ha perdido nitidez, personalidad.
En ese intento frustrado, la Revolución ha sido
presa de la ideología pequeño burguesa, de la socialdemocracia, del reformismo
que retoñó, que creció aprovechando la baja en las defensas ideológicas del
proceso. Ahora, los oligarcas acechan, esperan que la presa se debilite más,
como hienas huelen el festín y tienen escaramuzas entre ellas.
Para la
Revolución son urgente dos medidas: consolidar la dirección
colectiva, al Comando Político cívico-militar, o algo similar; insuflarlo de la
teoría Revolucionaria, la heredada de Chávez, la que está plasmada en el Plan
de la Patria ,
el original, el que el Comandante escribió con su puño y letra, donde dejó su
pensamiento más acabado.
Este binomio, ideología revolucionaria y nítida dirección,
apuntalará el liderazgo del Presidente Maduro y de la Revolución , así se
rescataría la pasión perdida, podrá enfrentarse con éxito a las pretensiones
oligarcas.
Aún hay tiempo, como decía el Comandante: el látigo de la
contrarrevolución acelera la
Revolución. Los ataques gringos y las malcriadeces de Mendoza,
de la Polar ,
debían hacer que la
Revolución abra los ojos, que “deseche las ilusiones” de un
capitalismo sea de donde sea, aliado de la Revolución , y “se
prepare para el combate” por la construcción del Socialismo.
Por Toby Valderrama y
Antonio Aponte
Escuela política El arado
y el mar - Caracas
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